lunes, 11 de agosto de 2008

Alice Guy primera persona que dirigio ficción






Un logro, realmente, considerando que Guy fue, para los historiadores , la primera persona del mundo que dirigió ficción, unas semanas antes del ingreso a la realización cinematográfica del genial Georges Méliès. El 22 de marzo de 1895, mademoiselle Alice, la joven secretaria del propietario de una fábrica de artículos fotográficos, Léon Gaumont, fue invitada a una demostración privada del nuevo invento, el cinematógrafo. La chica de 23, después de asistir a las funciones públicas organizadas por los Lumière, se quejó ante su patrón de la monotonía de esos registros puramente mecánicos. Ante el desconcierto de don Gaumont, le manifestó que lo que había que hacer con el cine era contar historias, y que ella estaba dispuesta a demostrarlo. Después de unos instantes de perplejidad, como se trataba de una joven responsable y trabajadora, el jefe accedió siempre y cuando las películas se hicieran los domingos. Tiempo después, la Gaumont iba a transformarse en una de las productoras internacionales más importantes de cine.

Alice Guy puso rápidamente manos a la obra y se decidió por un cuento de hadas: una pareja soñadora paseando, las manos enlazadas, que llegaba a un sembrado de repollos. En ese lugar aparecía un hada que tocaba con su varita mágica una de las plantas de la que entonces nacía un bebé chupándose el pulgar. Obviamente, el film se llamó El hada de los repollos, actuaron dos amigas de Alice en un jardín con un telón pintado que prolongaba el paisaje en una onda Corot. Según Charles Ford, el rodaje tuvo lugar a principios de 1896, cuando la directora debutante había cumplido los 24. Y si bien los trucos de Méliès han conquistado merecidísima admiración, justo es señalar que Guy fue la primera persona que utilizó sobreimpresiones en La Navidad de Pierrot, y la proyección al revés en Una casa demolida y reconstruida.

Envalentonada, Alice Guy siguió filmando títulos tan diversos como Los ladronzuelos del bosque verde, La momia o El correo de Lyon, hasta que Léon Gaumont decidió poner un estudio a su disposición. Los nombres se volvieron más ambiciosos: Fausto y Mefisto, La pasión de Cristo (1898) con numerosos extras. La otrora secretaria era una cineasta todo-terreno: dirigía películas, supervisaba el trabajo de sus colaboradores, compraba guiones, contrataba asistentes, elegía elencos. En esos menesteres, sobre el fin de siglo, un joven periodista llamó la atención de la poderosa Guy: un tal Louis Feuillade que cada semana le acercaba tres o cuatro guiones muy amenos por los que cobraba cien francos. Gracias al olfato de Alice, el futuro creador de Fantomas y Judex inició al poco tiempo una brillante carrera.

En medio del trajín, Alice Guy se enamoró perdidamente de un iluminador llamado Herbert Blaché. Se casaron y ella siguió a su marido a Berlín, enviado por la Gaumont. La pareja tuvo dos hijos que la directora crió como la sociedad mandaba. Pero unos años después Herbert es trasladado a los Estados Unidos, y allí Alice encuentra la oportunidad de reverdecer su pasión. Al poco tiempo, ya estaba dirigiendo comedias, dramas y algún que otro western. Decidida a independizarse de la Gaumont, funda su propia productora, la Solax Film, en Fort Lee, Nueva Jersey, y a partir de 1913 realiza numerosas películas hasta 1922, año en que, a los 50, debe ceder frente al poderío de las grandes compañías de Hollywood. Una vez cerrada su empresa, se dedica a dar charlas públicas sobre los comienzos del cine. Después de la muerte de su marido, en 1949, Alice Guy regresa a París, donde la Cinemateca le rinde un gran homenaje que tiene mucha repercusión en los medios, y recibe las insignias de Chevalier de la Legión de Honor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no entiendo como pudo cerrar la empresa productora y sucumbir ante el poderío de Hollywood